DIA 8 –TURMIA las 7 ya estamos en pie. Pensaba que iba a dormir peor, pero las colchonetas eran bastantes cómodas, eso sí, se me olvidó cerrar el avancé y he aparecido con muchas picadas de mosquitos, esta noche me han puesto a caldo.
Por fin nos encontramos en el Valle del Omo. Esta zona del sur de Etiopía comprende un auténtico mosaico de pueblos, formando grupo étnicos-lingüísticos. En general, son sociedades polígamas y las uniones conyugales suelen estar pactadas previamente. Existen uniones entre diferentes etnias pero siempre respetando unas reglas; por ejemplo, un karo o un hamer no podrá casarse con una mursi, pueblo enemigo de los anteriores.
Una de las características generales de estos grupos étnicos son difíciles de entender para nosotros, los occidentales, como los sistemas de edad, exclusivos de los hombres y que desde el nacimiento van pasando por tres grandes etapas: niño, joven y adulto, lo que implica ciertas ventajas y derechos pero también obligaciones para con el clan.
Los grupos no se forman por la edad del individuo sino por el cumplimiento de unos rituales que posibilitan que un individuo avance en la escala social.
Son pueblos básicamente ganaderos compuesto por cebús, cabras y ovejas que les proporcionan no sólo leche, sino también sangre que hacen manar del ganado para luego taponar la herida con excrementos. Complementan su dieta con el cultivo de sorgo así como con la pesca y caza.
Algunos de estos pueblos son nómadas como los dassanetch y otros, como los karo, son sedentarios.
Desde luego, una de las características que más impacta es la estética del cuerpo, por medio de pinturas, escarificaciones, adornos y peinados. Sin duda, estas escarificaciones, practicadas por todos los grupos, impresionan. Se practican en casi todas las partes del cuerpo: hombros, brazos, pecho, vientre, espalda, pierna. Se hacen con una cuchilla provocando pequeños cortes que luego cubren con ceniza para que cicatrice, formando pequeños bultos, que para todos ellos es un signo de distinción y belleza.
Después de desayunar, nos damos un paseo desde el camping hasta el pueblo de Turmi, que está a unos 2 km. Por el camino nos vamos cruzando con hamers, sobre todo niños que nos acompañan todo el rato cogiéndonos de las manos.
Por el camino nos paramos a hacer fotos a un arbusto muy típico de Etiopía, del género
Adenium , también llamado
Pie de elefante con unas flores fucsias muy bonitas.


Después de atravesar un primer asentamiento hamer, llegamos hasta Turmi y nos acercamos a su plaza, donde hay un pequeñito mercado de vegetales. Nos llama la atención que venden un tabaco que se esnifa.

De vuelta al camping, nos montamos en los coches y nos vamos por pistas de tierra hasta
Dimeka, a unos 30 km de distancia, donde los sábados hay un interesantísimo mercado.
Aproximadamente, un km antes de llegar, nos bajamos de los coches y nos vamos caminando hasta el mercado, observando el ir y venir de gente que se dirige igual que nosotros hacia allí, eso sí, ellos cargados con sus mercancías y nosotros con nuestras cámaras.
Llegamos al mercado y el ambiente es espectacular. Los
hamer son un pueblo bastante amistoso con el turista. Sabemos que durante todos estos días que estemos en el Valle del Omo es obligado pagar por hacer foto. Al principio choca pero luego lo ves como cualquier otra transacción comercial. Todos estos pueblos saben de su atractivo y que muchas de estas fotos se publican, participan en concursos, es decir, que se hace negocio con ellos así que desde hace años, el que quiera un primer plano, ya sabe lo que le toca, no me parece mal.
El mercado en si es muy sencillo en cuanto a productos, básicamente cereal, miel, algo de bisutería y cerámica hecha por ellos, café, fruta, etc. Ocupan más espacio las vendedoras que las mercancías expuestas. Ellas visten unas faldas de piel de cabra a veces adornadas con unas perlas de vidrio.
Yo casi ni me fijé en lo que vendían, porque otras cosas resaltaban muchísimo mas: el peinado de las mujeres, untado con grasa y un colorante de color ocre, sus cintas que suelen llevar las jóvenes, sus collares, pendientes, brazaletes….ufffff

Las mujeres casadas suelen llevar un collar metálico que tiene como una protuberancia en la parte delantera que debe pesar un quintal









A unos 200 metros, está el mercado de ganado donde casi todo son hombres, por cierto, bastante más reacios a las fotos, incluso pagando.
Viendo que les agobiaba el tema de las fotos, decidimos sentarnos igual que ellos y nos dedicamos a observar y hacer fotos al ganado. Se me acercaron un par de hamers para que les enseñara las fotos de las vacas y se partían. Se sentaron a mi lado y por señas me decían que hiciese más fotos, así que aproveché para fotografiar también a algún hamer por sorpresa y al enseñárselas se volvían a tronchar. Así estuve un rato con ellos pero al pedirles a ellos una foto, me dijeron que nanai.



A las 13 horas hacemos un alto para comer unas pizzas y unos macarrones en un bar, al ladito mismo del mercado.
Nos comenta el guía que hoy se celebrará el salto de la vaca (
Ukuli bula). Esta ceremonia implica el cambio de un joven hamer a la edad adulta y que le permitirá casarse aunque normalmente son pactados. Mientras no ha hecho el salto, es un ukuli, es decir, un aspirante; acabada la ceremonia será un
cherkali y pasados ocho días, un
maz.
La verdad es que es una suerte que podamos presenciar esta ceremonia porque no es nada fácil que coincida justo cuando estás en esta zona; eso sí, estará plagado de turistas, ya que todo el mundo va a ir.
El salto de la vaca será en un pueblo llamado
Sele, a unos pocos kilómetros de donde estamos, así que salimos en cuanto acabamos de comer. Llegamos al poblado y vemos más turistas que hamers

Vemos que aun lado se sitúan los hombres
maz del poblado, los que ya han pasado la ceremonia y no han formado familia, con sus mejores galas.
En otro lado, las mujeres de la familia del
ukuli, bailando y cantando.





Detalle de los peinados

Algunas mujeres jóvenes se sitúan frente a los maz, declarándole el cariño que sienten por el ukuli y pidiéndole que las golpeen con una especie de látigo. Las heridas que les hacen impactan y nos dicen que la grasa que llevan en el cuerpo hace que el látigo se deslice y amortigüe el golpe. Las jóvenes lucirán esas cicatrices como prueba de valor y amor.

Una vez finalizada la ceremonia, los maz toma café en grandes calabazas.


El salto de la vaca no se hará en el mismo poblado, así que volvemos a nuestros coches y tras quince minutos de pistas de cabras y otras tantos caminando por una pedrera llegamos a un llano donde ya vemos un grupo de hamers intentando agrupar los bueyes, mientras las jóvenes tocan unas trompetas.
Cuando ya han conseguido alinear cinco bueyes, el ukuli, vestido sólo con un taparrabos, salta por encima de ellos 4 veces sin caerse.
Ya ha pasado al estado de cherkali y en pocos días, será un maz.




De vuelta al camping, aún nos da tiempo de observar un bonito atardecer.



Llegamos y corriendo a las tiendas para coger el neceser y salir disparados a las duchas porque hemos llegado todo el mundo a la vez y se forman una colas que no veas.
Estamos reventados, ha sido un día muy largo, 12 horas sin parar y de pie casi siempre pero ha valido muchísimo la pena, porque el día ha resultado fantástico.
P.D. Hoy os he metido un buen rollo pero es que me parecía interesante porque sino muchas cosas pasan desapercibidas.